Complices Divergentes
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Una alerta roja de Interpol alarga la telenovela de Martinelli y su perro Bruno, los “asilados” en Panamá de los Ortega-Murillo

Si bien el expresidente condenado por corrupción esperaba de su amigo, el presidente José Raúl Mulino, la absolución, tuvo que conformarse con un salvoconducto para huir a refugiarse a Nicaragua. Pero cuando tenía todo listo para irse a Managua este lunes, desde su avión privado hasta su mascota vestida con un frac canino, una alerta roja de Interpol frustró el viaje. Rosario Murillo respondió airada y el destino del exmandatario canalero quedó en suspenso… “Martinelli estaba furioso y hasta lloró con la imposibilidad de viajar”, relata una fuente de su entorno


Aunque lo que el expresidente Ricardo Martinelli realmente quería era la absolución por su condena a 10 años de cárcel por desviar y blanquear dinero de contratistas de su Gobierno para comprar una editora de medios, tuvo que conformarse con el salvoconducto que el actual mandatario de Panamá, José Raúl Mulino, le concedió el pasado jueves 27 de marzo “por razones humanitarias” para poder viajar a Nicaragua. Lo aceptó a regañadientes, no sin antes convertir la decisión que le permitía la fuga en un capítulo más de una larga telenovela que “El Loco” Martinelli comparte a diario en sus redes sociales. 

El expresidente, a pesar de renegar del salvoconducto y después de hacer varias fiestas de despedida en la embajada de Nicaragua en Ciudad de Panamá, donde estaba asilado desde hace un año, preparó su partida hacia Managua. Este lunes 31 de marzo, fecha tope para marcharse, tenía todo dispuesto para el viaje, desde su avión privado hasta su inseparable perro Bruno, vestido con un frac canino anunciando en un tuit que la mascota “asilada” estaba “lista para partir a la bella y hermana República de Nicaragua”. Pero el viaje no pudo ser. Lo frustró una alerta roja de Interpol. 

Mientras los gobiernos de Panamá y Nicaragua avanzaban con los trámites para concretar el viaje, la Policía Nacional de Panamá recibió una solicitud de alerta de Interpol contra el expresidente Martinelli. La había solicitado la jueza de la causa por la que fue condenado a diez años de prisión en Panamá, Baloisa Marquínez, a cargo también del juicio por Odebrecht, en el que el expresidente está acusado de lavado de sobornos y cuyo juicio está anunciado para noviembre. 

El régimen de Ortega-Murillo avisó entonces a la Cancillería panameña que debía aclarar la situación, porque la condición del viaje era “asilo”. La Cancillería canalera dijo que “ninguna alerta roja puede impedir el viaje del expresidente”. Una fuente del entorno de Martinelli consultada por Concolón y Divergentes dijo que “Martinelli estaba furioso y hasta lloró con la imposibilidad de viajar”. “Él ahora quiere irse para volver absuelto. También que quiso comunicarse con Ortega pero nunca lo consiguió, porque ahora la que manda es Rosario”, relató la fuente.

Lo que Martinelli siempre ha querido de parte de su amigo y alfil, el presidente Mulino, es la absolución y la libertad para quedarse incidiendo en la política canalera, como pago por haberlo catapultado hacia la presidencia. En cambio, Mulino, luego de un año de negativa y encierro como asilado en la embajada de los Ortega-Murillo, le concedió el salvoconducto. La medida, en cualquier caso, no conformó a nadie. Martinelli lo ve como una traición. Políticos y líderes de la sociedad civil, como un pacto de impunidad. 

Una novela en varios capítulos en redes sociales

Ricardo Martinelli
Fotografía de archivo fechada el 04 de junio del 2023 del expresidente de Panamá Ricardo Martinelli en Ciudad de Panamá (Panamá). EFE/ Bienvenido Velasco

El jueves pasado, el gobierno de Panamá reconoció el asilo que Nicaragua le dio al expresidente Ricardo Martinelli un año atrás, aunque no cumple las condiciones de peligro o persecución por cuestiones políticas. Enseguida, empezaron a llegar sus abogados, asesores y periodistas a la embajada, una casa con techo de tejas en el corazón de la capital que Martinelli ya no aguantaba más. No aguantaba a la embajadora de los Ortega-Murillo, la propagandista Consuelo Sandoval, una señora dogmática y fiel al régimen que cada mañana le hablaba de revoluciones y cosas que, para alguien sin más ideas que la de acumular dinero como Martinelli, “son comunistas trasnochados”.

Cuando en febrero pasado cambiaron a Sandoval por Jessica Padilla Leiva – “una joven amorosa”–, Martinelli respiró aliviado, pero no era suficiente. El encierro en esa casucha de dos por dos, tan poca cosa al lado de cualquiera de sus mansiones, lo exasperaba. Mulino lo sabía, pero no quería mover sus fichas en la justicia ni tenerlo todos los días en la presidencia. Martinelli sintió el anuncio del salvoconducto como una traición, pero no le quedó más que aceptarlo.

“Ni siquiera el señor Martinelli ha asimilado el impacto de esta decisión, fue sorpresiva. No esperábamos esto”, le dijo uno de sus abogados a los reporteros en la puerta de entrada de la embajada. “Me han hecho una condena política, soy totalmente inocente y me han perseguido políticamente”, dijo Martinelli en un video que subió en la red social Instagram, donde asumió que a él también le sorprendió el anuncio de su amigo el canciller Javier Martínez-Acha. Sin embargo, había renovado el pasaporte diplomático diez días atrás. 

Finalmente, anunció que se iba a Nicaragua. De ahí en más, asados, encuentros, despedidas en la sede de la embajada. Y preparativos.

Finalmente, la Policía Nacional rechazó la solicitud de alerta roja contra Martinelli. “No se ajusta a los parámetros establecidos por Interpol a partir del 2014 y reafirmadas en el año 2017, que prohíben la emisión de alertas rojas sobre ciudadanos en condición de refugiados o asilados políticos”, publicó en un comunicado. A pesar de que tiene un asilado con orden de captura de Interpol –el expresidente de El Salvador, Sánchez Cerén— de esa cuerda tiró Rosario Murillo cuando anunció que así no recibiría a Martinelli y aprovechó para quejarse del presidente de Panamá por “mantener una conducta hostil y de bloquear la participación de Nicaragua en la Secretaría General del Sistema de Integración Centroamericana (SICA)”. 

El comunicado de la Cancillería de Managua fue leído a mediodía de este lunes por la misma Murillo en sus habituales monólogos que realiza en su rol de vocera del régimen sandinista. El viaje de Martinelli, previsto para este lunes 31 de marzo, actualmente se encuentra suspendido.

Murillo reclama por asiento del SICA

Una alerta roja de Interpol alarga la telenovela de Martinelli y su perro Bruno, los “asilados” en Panamá de los Ortega-Murillo
Trabajadores ingresan alimentos a la Embajada de Nicaragua en Ciudad de Panamá (Panamá). Archivo. EFE/ Gabriel Rodríguez.

“Denunciamos por lo tanto, las posiciones y actitudes absurdas de las autoridades de Panamá, posiciones que deberían enmendar de inmediato, ubicándose al lado de la corrección política y humanista. El Gobierno de Panamá, además, se ha caracterizado, desde que asumió el Presidente José Raúl Mulino Quintero, por desconocer, difamar y actuar contra el Gobierno de Nicaragua, en inmerecidas declaraciones ofensivas, y además, bloquear, en complicidad con otros países, el derecho de Nicaragua al Asiento que nos corresponde legítimamente en la Secretaría General del SICA”, agrega la comunicación.

Ante este otro capítulo de la telenovela Martinelli, caldeado por la alerta roja de Interpol, surgen las siguientes interrogantes: ¿Murillo quiere forzar a Mulino a votar a su candidata como secretaria en el SICA? ¿Espera alguna otra ventaja de alguien más en Panamá? ¿O es una artimaña para que Martinelli termine logrando la libertad que quiere en su país? Uno de los abogados del exmandatario dio una pista de lo que podría ser cuando el viernes pasado pidió a la Corte Suprema de Justicia que adecue la situación jurídica de Martinelli: “Ningún panameño puede ser condenado sin darle el derecho a repreguntar a los testigos”, dijo Carlos Carrillo.

A la embajada seguían llegando abogados, políticos y amigos este lunes 31 de marzo. La exdiputada Zulay Rodríguez ya había avisado desde allí, tras visitarlo: “Él no quiere irse, lo están obligando a irse”. 

Después del mensaje de Murillo, la Cancillería de Panamá avisó a Nicaragua que la alerta emitida por Interpol fue rechazada y que la Corte está de acuerdo con el salvoconducto. A la tarde, el gobierno de Mulino apuró un comunicado en el que, además de eso, extendió la vigencia del salvoconducto por un plazo adicional de 72 horas, hasta el final del día jueves 3 de abril de 2025. De modo que el viaje y la telenovela protagonizada por Martinelli por ahora queda en suspenso. Esta historia continuará. 


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