Complices Divergentes
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Ortega cauto ante Donald Trump: coopera en silencio con las deportaciones y no despotrica contra el magnate

La pareja “copresidencial” mantiene su postura dura a lo interno de Nicaragua, pero hacia afuera, sobre todo ante una Casa Blanca comandada por Donald Trump, se muestra silenciosa y más pragmática ante una eventual negociación, a la luz de una característica del presidente de Estados Unidos: la transaccionalidad. Pesan más los intereses y objetivos del magnate que el respeto a los derechos humanos. Managua recibe vuelos de deportación con sigilo, mientras ven cómo “se acomoda el tablero” en Washington


A diferencia de los varios ataques verbales que Daniel Ortega acostumbraba en sus discursos contra Joe Biden, el caudillo sandinista ha optado por ser cauto ante Donald Trump. En sus últimas apariciones públicas, el comandante no sólo no menciona con nombre y apellido al republicano, sino que tampoco personaliza al “imperialismo yankee” con el magnate, como sí lo solía hacer con el expresidente demócrata. El silencio –por ahora– y una postura cooperante con los vuelos con migrantes deportados que aterrizan en Managua ha sido la nueva tónica entre Managua y Washington desde enero pasado, cuando Trump regresó a la Casa Blanca.

Si en julio de 2024, durante el aniversario 45 de la Revolución Sandinista, Ortega dijo que Estados Unidos –bajo la administración Biden– era uno de “los mayores enemigos de los migrantes”, con Trump ha recibido más de media docena de aviones cargados con nicas deportados y la propaganda oficial no ha hecho eco de ello. Desde enero a la fecha, Ortega ha participado en cinco actos públicos en los que no ha despotricado contra Trump. 

“Una de las cosas que caracterizan a Trump es que si lo atacas frontalmente no se sabe por dónde puede salir. Entonces Ortega y Murillo no dicen, ni se mueven mucho para que no se acuerden de ellos, porque ya vieron cómo Trump se acordó de Nicolás Maduro y Venezuela”, dice Juan Carlos Gutiérrez, sociólogo e investigador de temas políticos. 

La administración Trump ha impuesto sanciones a empresas petroleras y restricciones comerciales, lo que afectó principalmente a Chevron al no poder operar más en Venezuela. También anunció que cualquier nación que adquiera petróleo o gas venezolano enfrentará un arancel del 25% en sus transacciones comerciales con Estados Unidos.

“Con los Ortega-Murillo, por ahora, todo gira en torno a la relación con China. Sin embargo, ellos mantienen un doble discurso, sobre todo el interno: el discurso de fuerza, soberanía y guerra ideológica sigue vigente. Pero es solo una parte del relato. Es decir, internamente necesita mostrarse fuerte, simular una posición de resistencia. Pero hacia afuera hay más pragmatismo”, explica Gutiérrez. 

“Pero por ahora no creo que Trump se acuerdo de ellos y la pareja copresidencial tiene esperanza que las comunicaciones entre la Casa Blanca y Rusia les de algo de tiempo (…) Pero si hay un temor de que en los arreglos entre Moscú y Washington se repartan los territorios de influencia como sucedió en la Guerra Fría. Y eso los tiene inquietos”, explica.

En otras palabras, Ortega y Murillo temen quedar atrapados en las alianzas entre superpotencias, convertidos en pieza de cambio. Y en ese tablero, el régimen ha movido sus fichas hacia China y Rusia. “Creo que están tratando de evitar que Trump se acuerde de que Nicaragua ha agarrado vuelo con el tema de China dentro de Centroamérica”, insiste el sociólogo. 

Ortega cauto ante Donald Trump: coopera en silencio con las deportaciones y no despotrica contra el magnate
Los vuelos con deportados recibidos en sigilo en Managua por Nicaragua. Foto tomada de Presidencia.

Durante la primera administración de Trump (2017-2021), aunque se aplicaron sanciones relevantes contra el régimen —como la Ley Magnitsky o la Nica Act—, Ortega evitó atacarlo frontalmente. Lo que sí hizo con Biden, apenas llegó al poder, fue escalar el discurso beligerante y victimizarse con fervor. En ese sentido, con el caos que Trump ha impuesto en el mundo con su regreso al Despacho Oval, los Ortega-Murillo han decidido cooperar con las deportaciones –una de las banderas del trumpismo– para enviar una señal clara sin tener que pronunciar una sola palabra: “Podemos entendernos, si me dejás en paz”.

Muchos analistas internacionales coinciden que el estilo de Trump es “transaccional”. Es decir, si encuentra apoyo internacional en sus afanes, como la política antiinmigrante que le sirvió para recuperar el poder, temas como el respeto a los derechos humanos pasan a segundo plano. 

“Trump apenas está comenzando. No tiene ni tres meses de moverse realmente hacia el sur (del continente). Y hay figuras como Marco Rubio que podrían reactivar la agenda hacia América Latina, pero todavía no se sabe si los van a dejar actuar”, apunta Gutiérrez. “En otras palabras: el régimen espera, con cautela, a ver cómo se mueve el tablero estadounidense”.

No quieren provocar porque hay más en juego

Daniel Ortega
Orteta y Murillo durante su comparecencia con la cumbre del ALBA. Tomada de El 19 Digital

En esa misma línea se mueve el investigador del Diálogo Interamericano, Manuel Orozco: los “copresidentes” no quieren provocar a una irascible Casa Blanca, porque “eso interrumpirá su situación actual de inicio del nuevo régimen presidencial con extensión a 11-2027, después que reformaron la Constitución Política”.

“Yo diría que Murillo está optando por no provocar y se está peleando con los chiquitos (países) de Centroamérica, porque es el único nivel que puede manejar”, prosigue Orozco, en referencia a los recientes encontronazos diplomáticos del régimen con países como Costa Rica, al no poder colocar a sus personeros en la secretaría general del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA)

“Ortega y Murillo siguen sus pilares de control político y económico; captura de estado, criminalización, represión, censura y aislamiento. Lo que están haciendo sigue siendo consistente”, plantea el investigador del Diálogo Interamericano. “Sin embargo, hay atenuantes. Primero, la economía no les va a permitir mantener el ritmo de holgura de los últimos tres años. La renta percibida de remesas les desahoga el gasto público y la inversión pública, de manera que la última se pueda orientar en endeudamiento externo para beneficio del clan”. 

En segundo lugar, enumera el analista, el pago de amortización al endeudamiento externo es ya 5% del Producto Interno Bruto y eso pone más presión sobre la distribución de fondos del Estado. “⁠El descontento al interior es fuerte y eso crea distracción para ejercer control. Ahí entran las reformas de consolidación de los militares y la policía voluntaria”, agrega, en referencia a la juramentación masiva de paramilitares.

Haydée Castillo, defensora de derechos humanos, opina que la pareja “copresidencial” hará todo por preservar y mantenerse en el poder. “Ellos van a morir con las botas puestas, como se dice popularmente, y todo escenario es posible: por ejemplo que acepten las condiciones de la administración de Trump en cuanto a cerrar fronteras”, dice la activista desnacionalizada. 


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