Las paredes de la oficina lucen como nuevas: recién pintadas y limpias. Aún no hay colgadas fotografías, cuadros o diplomas que indiquen que allí trabaja Marlon Mora, un periodista costarricense que en 2026 afrontará un tercer juicio por supuesta difamación contra el excandidato presidencial Juan Diego Castro, del Partido Integración Nacional (PIN).
A principios de enero de 2025, la oficina luce como nueva porque Mora acaba de llegar. Hace unos días fue contratado como encargado de Comunicación de la Universidad de Costa Rica (UCR), después de estar en desempleo– con trabajos no formales– durante los últimos cuatro años, de los siete en los que se ha desarrollado el proceso legal que atraviesa.
“Cualquier persona con un tema de salud mental que no esté lo suficientemente blindada se hubiera suicidado ya”, dice Mora, una noche de enero de este año.
Marlon Mora fue denunciado penalmente en 2019 por el excandidato a la presidencia de Costa Rica –en las elecciones de 2018–, Juan Diego Castro, porque en el programa Suave un Toque, que se transmitía en el Canal Quince UCR, del cual era director, una presentadora realizó supuestas difamaciones en su contra.
Un espacio de sátira política
Lo primero que hay que entender es que Suave un Toque fue un espacio de los estudiantes de la UCR que comenzó a transmitirse en el Canal Quince de esa universidad UCR a finales de 2017. Era un programa de sátira política emergente en Costa Rica. Su lema era: “En este noticiero todo es ridículo y absurdo, pero muy pocas cosas son inventadas”.
Durante el juicio en 2020, Rónald Díaz, coordinador de producción del Canal UCR, declaró que con este programa se pretendía llevar la sátira a la parte audiovisual, con “algunas licencias como recurrir a la exageración, a la ridiculización, el humor y el sarcasmo”. Un formato no muy familiar en Costa Rica, “no es muy común, menos en la televisión”, reconoció Díaz en ese momento.
Federico Blanco Gamboa, exestudiante de la UCR y creador y productor del espacio, explicó que Suave un Toque se creó “para hacer humor a partir de información y opiniones sobre política”. Dijo que usaron como referencia shows estadounidenses como Saturday Night Live y Last Week Tonight.
“Es un estilo que ha sido muy trabajado por programas de comedia norteamericana y nuestra intención era como tropicalizar ese formato”, explicó Blanco.
Como las elecciones costarricenses estaban pactadas para febrero de 2018, en Suave un Toque empezaron a elaborar una trilogía de programas en los que se perfilaban a los candidatos presidenciales. El seis de diciembre de 2017 se publicó el video Candidatos 3.0, en el que se hablaba de tres aspirantes: Rodolfo Piza Rocafort, Antonio Álvarez Desanti y Juan Diego Castro.

Las supuestas difamaciones
En el video se le dedican seis minutos y cuarenta segundos a Juan Diego Castro, quien era el candidato que encabezaba las encuestas. Claudia Campos, presentadora del programa, dijo algunas de estas aseveraciones, que igual están registradas en un sitio web:
- “Castro está más que embarrado con los partidos que por décadas han desmantelado a este país”.
- Como ministro de Seguridad, Castro entre 1996 y 1997, “causó mucha polémica por su autoritarismo. Por ejemplo, trató de saltarse todos los controles públicos para hacer una masiva compra de armas al Estado de Israel. Incluso convenció a (José María) Figueres (Olsen) –presidente de Costa Rica entre 1994 y 1998– para declarar todo el trámite secreto de Estado para que nadie pudiera fiscalizarlo…”
- “Para exigirles cambios de mano dura en el Código Penal, (Castro) llegó con un desfile casi militar de Policía montada, motocicletas y 207 policías a pie armados con rifles M1 y rodeó la Asamblea Legislativa… casi casi hace un golpe de Estado en 1995. Aún con estas cagadas, Figueres lo protegió, pues era de su círculo de confianza y tras un voto de censura de los diputados, Figueres tuvo que cambiarlo de ministro de Seguridad a ministro de Justicia”.
- El hermano de Castro, Pedro, fue viceministro del expresidente Óscar Arias y ministro de la expresidenta Laura Chinchilla. “Ambos hermanos tienen grandes negocios, muchos cuestionables porque han obtenido concesiones del Estado cuando trabajaban para el Gobierno”.
- Castro “Ayudó a su suegro, Óscar Castellón, a huir del país tras convencer a los jueces de darle libertad bajo fianza, porque el señor estafó al Estado por mil cuatrocientos millones (de colones)”.
- “Desde hace décadas viene siendo alto jerarca, proveedor y militante de uno de los partidos más corruptos de este país”.
- “Megalómano… populista punitivo que busca acumular apariciones en prensa”.
- “Es un mentiroso que hace promesas autoritarias, punitivistas e inconstitucionales, porque no tiene propuestas reales y no entiende cómo construir soluciones efectivas para nuestros problemas sociales”.
- “Perfectamente podría ser un sociópata”.
- “Populista de derechas”.
- “Le pegó a la mamá, sí, aunque lo niegue, hay muchos testigos, y no sólo eso: pidió prisión preventiva contra la señora, aunque tenía 78 años, todo por pelearse por una herencia. Sí, mae, por plata…”
- “Está tan loco que personas que trabajan en su bufete aseguran que en sus entrevistas de trabajo pregunta si le echarían el cuento a la secretaria”.
- “Votar por Juan Diego Castro es hacer presidente a un tipo mentiroso, manipulador, vengativo…”
“Me están responsabilizando por algo que hizo otra persona”
Desde la transmisión, Marlon Mora comenzó a recibir oficios de parte de Juan Diego Castro, en los que le solicitaba información sobre el programa. Mora le respondía que había hecho un documento con la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (Feucr), en la que se determinaban las responsabilidades.
Lo que Mora, como responsable del Canal, ofreció a los estudiantes fueron los camarógrafos –porque los estudiantes no podían manipular las cámaras–, entre otros recursos técnicos de producción, como telepromter o sonidistas.
Sin embargo, la cuestión creativa de la producción: contenido, guión y edición final la hacían los estudiantes. De modo que el video era entregado al canal con todo listo para transmitirse. Rónald Díaz, coordinador de producción, dijo que ni el director del canal, Marlon Mora, ni el resto del personal tenían injerencia en los contenidos.
“No era parte del acuerdo que (los contenidos) fueran revisados o ideados, o que hubiera injerencia de la dirección o de cualquier parte del canal sobre lo que ellos querían decir o cómo lo querían decir”, confirmó Díaz.
Marlon Mora dice que un sólo programa de Suave un Toque podía estar compuesto por hasta 350 memes, lo cual hubiera sido imposible de revisar cada uno. Además, por su experiencia como presidente del Colegio de Periodistas tenía claro que cualquier edición que pudiese hacer al programa podría causar una afectación al mensaje, y esto podría considerarse censura previa, la cual está prohibida en Costa Rica.
“A mí me están responsabilizando por algo que hizo otra persona, y, que en este caso en particular, yo puedo demostrarles que yo no podía velar por eso. Pero además, aunque hubiese querido velar por eso, hubiese caído en una figura de censura previa, y eso no es permitido en este país”, dice Mora.
Los programas de Suave un Toque fueron un éxito inmediato. En cuestión de 15 días tenía más de 100 000 seguidores y sus videos se viralizaban. Para Mora, en cambio, empezaba un proceso “agotador” del que todavía no se ha librado.

“Los jueces no han sido capaces de decir que esto fue prescrito”
El primer juicio inició en 2020 y culminó después de que Castro, el denunciante, y sus abogados, se retiraron del proceso, alegando estar enfermos. Mora fue sobreseído, pero dos años más tarde, Castro apeló y se inició un segundo juicio.
En este punto hay que explicar que el Código Penal de Costa Rica establece que después de dos años, esta causa hubiera prescrito. Esto quiere decir que Mora no podría ser juzgado por estos delitos de difamación o calumnia. Sin embargo, Castro apeló y demostró, con un médico privado, que no podía continuar con el proceso por razones de salud, y que, además, las repeticiones del programa lo afectan todavía y lo habilitan para denunciar.
“Los jueces no han sido capaces de decirle que esto fue prescrito, porque este es uno de nuestros argumentos de defensa y lo vamos sostener en el tercer juicio”, dice Mora.
“Me embargaron la vida”
De modo que para el segundo juicio, a Mora le hicieron un embargo de bienes previo, es decir, sus cuentas bancarias, carro y casa fueron retenidos o congelados. “Una muerte civil”, en palabras del periodista, quien cuenta que no puede ni siquiera vender su carro para pagar las cuentas, o solventar las mensualidades de los colegios a sus hijos.
En ese segundo juicio Mora enfrentó el proceso sólo, porque la UCR y la presentadora, Claudia María Campos Rodríguez, quien hizo las supuestas afirmaciones difamatorias, llegaron a una negociación con el denunciante.
Claudia Campos se disculpó con Castro para evitar el proceso de juicio. “Estoy conmovido porque la acusada (Claudia) tuvo un acto, para mí, insospechado, de valentía, de alta sinceridad y de haber reconocido que cometió un error, que dijo frases que no eran ciertas, realmente yo como ser humano lo agradezco y no me queda más, y lo digo de corazón, que aceptar sus excusas y quitar todos los cargos, quedo realmente satisfecho”, dijo Castro.
Mora, entonces, tuvo que costear al abogado penalista para su defensa, cuyos honorarios pueden ascender a entre 10 000 y 30 000 dólares, porque tratándose de este tipo de casos los costos pueden ser más elevados.
Finalmente, los jueces condenaron a Mora a pagar los honorarios de los abogados de Castro, una multa, y publicar la sentencia completa de 194 páginas en un diario de circulación nacional, un monto que puede ascender a más de 150 000 dólares. “La sentencia es una bofetada a la libertad de expresión”, dice Mora, y agrega que con todo lo que debía pagar “me embargaban la vida, porque sólo vendiendo mi casa la podía pagar, y tampoco la podía vender porque la tenía embargada, entonces me la iban a tomar”.
Mora apeló esta sentencia bajo una argumentación de que las afirmaciones que hizo la presentadora ya habían sido difundidas en otras plataformas –sin querer decir que esto sea verdadero o falso, pero son hechos– y, desde lo que corresponde a los antecedentes del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos. Fue así que el periodista logró una reivindicación para continuar un tercer juicio que está previsto desarrollarse el próximo año.

¿Quién es Marlon Mora?
Marlon Mora nació en Piedades de Santa Ana, un cantón al noreste de San José. Hijo de Marco Ronulfo Mora Fernández y Jeannette Jiménez Umaña. Marco es propietario de una empresa que vende materiales de construcción. “Mi papá tiene un conocimiento increíble de la ciudadanía y es un gran ejemplo para mí”, dice Marlon.
Mientras que Jeannette fue la persona que siempre estuvo atenta a que Marlon y su hermano se formaran profesionalmente. Marlon estudió en un colegio público llamado Andrés Bello López y luego en los colegios Don Bosco y Los Ángeles. Desde entonces, sintió la inquietud de escribir y contar historias. Por eso, decidió estudiar periodismo en la Universidad Nacional (UNA).
En 1997 empezó a trabajar en una revista del Grupo Nación, y luego en La República. De forma simultánea hacía el programa de radio Patrulla Nocturna para Radio Monumental. En ese tiempo, llegaba a la radio a las 12 de la noche y salía a las cinco de la mañana. Cuando regresaba a su casa, sólo desayunaba y se iba a correr, porque desde siempre le gustó hacer ejercicio.
Ahora, el ejercicio y correr algunas horas todos los días es lo que le ayuda a sobrellevar el estrés de los procesos judiciales. Antes de ser contratado en su nuevo trabajo, Marlon se levantaba todos los días a las cuatro y treinta de la mañana, para ir al gimnasio, donde levantaba pesas durante dos horas. Iba con su hijo de 15 años de edad, y así ambos “nos liberamos del estrés cotidiano”.
Marlon Mora es alto, de 1.85 centímetros, blanco y de complexión gruesa. “No se nota que hago ejercicio, pero es chiva (muy bueno), porque también conozco gente y puedo conversar”, dice el periodista.
Luego de su experiencia periodística en prensa escrita y radio, quiso sacar una maestría en Derechos Humanos y Educación para la Paz en la Universidad para la Paz de Naciones Unidas (UPAZ), y allí fue contratado como investigador y ha estado vinculado con esa universidad desde hace más de 20 años.
Su trabajo como investigador y académico lo ha ligado siempre con el periodismo. Ha participado en proyectos nacionales e internacionales, como debates presidenciales y entrevistas a personalidades como Javier Darío Restrepo (QEPD), de la Fundación Gabo, Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique; Julien Berjeaut, caricaturista de Charlie Hebdo; y Rafael Correa Delgado, quién fue presidente de la República de Ecuador, entre otros reconocidos personajes.
Fue presidente del Colegio de Periodistas y Profesionales en Ciencias de la Comunicación Colectiva de Costa Rica (Colper) en tres ocasiones consecutivas (2014, 2015 y 2016). Al salir de esa experiencia fue que aplicó a un concurso para ser director del Canal Quince UCR. En ese puesto, en el que estuvo entre 2017 y 2021, le llegó la denuncia por difamación.

“Los periodistas se la piensan más para hacer una investigación”
– ¿Por qué no se disculpó como lo hizo la presentadora (Claudia Campos) que hizo las afirmaciones? –le pregunto a Mora.
– A Claudia la comprendo perfectamente, porque al igual que ella, yo he vivido todo este proceso difícil, mediático, donde las redes han sido utilizadas para dar mensajes distorsionados sobre mi papel en ese trabajo específico, que me denigran como profesional.
– ¿Por qué seguir con el caso?
– Porque creo en mi propia dignidad, en la reivindicación de mi derecho como periodista. Porque mi credibilidad es lo más importante. Entonces, si mi credibilidad se ve opacada, yo no puedo hacer mi labor, ni darle la cara a la audiencia.
– ¿Es una lucha personal?
–Sí, pero también creo que una resolución negativa en mi caso tiene un impacto sobre todos los periodistas de este país…
– ¿Por qué?
– Ahora todos los periodistas se la piensan más para hacer una investigación. Estoy seguro de que esto es algo que está sucediendo ya, porque el caso ha causado un impacto de debilitamiento del interés de los colectivos que hacen investigación por hurgar, por levantar el ceño… Un periodista que quiera investigar sobre casos de corrupción se la va a pensar más, porque lo van a denunciar antes de que haga esa investigación, y cuando lo denuncien, le van a embargar los bienes, que es lo que me hicieron a mí.
– ¿Qué sintió cuando hubo la sentencia en su contra?
– Yo salí decepcionado del sistema…
– ¿Por qué cree que los jueces actuaron de esa manera?
–-Lo que creo es que los últimos jueces no fueron a clases del Sistema Interamericano porque la condena que recibí es una pena para el mundo.
Esta sentencia causó preocupación y resaltó la gravedad del proceso al que fue sometido Marlon Mora, con comunicados de instituciones como el Centro de Investigación en Comunicación (Cicom), el Programa para la libertad de Expresión (Proledi), la Escuela de Comunicación de la Universidad de Costa Rica y el Colegio de Periodistas y Profesionales en Comunicación Colectiva y de la Oficina Legal de la UPAZ.
En su comunicado, Proledi dijo que la sentencia “es cuestionable y preocupante que se condene al director de un medio de comunicación por garantizar el amplio ejercicio de la libertad de expresión y de la crítica política de estudiantes universitarios”.
Una noche de febrero, el magistrado de la Sala Constitucional de Costa Rica, Paul Rueda, dio una charla a periodistas nicaragüenses sobre libertad de prensa, como derecho fundamental. El doctor Rueda explicó cómo un sistema democrático republicano no existiría si no hubiera libertad de expresión. “La libertad de expresión es el corazón de la democracia”, dijo Rueda.
Cuando se le preguntó por el caso de Marlon Mora, Rueda dijo que no podía opinar, ni explicar sobre este tema, porque el caso seguía en curso y no existe una sentencia firme.
El último informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) sobre Costa Rica apuntó a que “el prestigio del país en materia de derechos humanos y libertad de expresión no permite apreciar, en el extranjero, las señales de alarma que se vienen encendiendo en los últimos dos años”.
El documento destaca que “hay agresiones verbales, en algún caso convertidas en vapuleo físico; denegatoria de información pública, y desviación de poder con la intención de afectar los intereses económicos de los medios y sus accionistas”.
El 3 de mayo de 2024, el informe de Reporteros sin Fronteras ubicó a Costa Rica 18 puestos por debajo de su posición en el informe de libertad de prensa de 2021.

“La ‘Suiza centroamericana’ no es así”
– Con todo, Costa Rica sigue siendo la democracia más sólida de Centroamérica, ¿Qué cree usted? –le pregunto a Marlon Mora
– Yo creo que hoy por hoy debe demostrarlo. Estamos viviendo mucho de la reputación del pasado, y ya se empiezan a ver una cantidad de malas prácticas. La fotografía de este país implica ya, en términos de seguridad, una vorágine bien peligrosa… en términos de educación, también. Entonces, si ustedes se dan cuenta, la ‘Suiza centroamericana’ ya no es así.
A unos metros de la oficina de Marlon Mora están los rieles del tren que atraviesa San Pedro, donde está ubicada la UCR, una ciudadela universitaria. El canal Quince UCR también se alza cerca de donde ahora trabaja Mora.
Al periodista le gusta ver cómo el Canal Quince funciona actualmente, porque, dice, él fue quien impulsó la transformación de la imagen de ese medio. “Hicimos una investigación para demostrar que había que cambiar la imagen del medio, y lo hicimos en pandemia”, dice Mora, y agrega: “el canal es lo que es lo que es, en parte, porque yo pasé por ahí”.
También le gusta ver que algunos cambios que impulsó en el Colegio de Periodistas sigan funcionando, y dejar una huella parecida es lo que aspira en su nuevo puesto. Por eso, es que quizás le duele ver cómo su familia ha vivido este proceso judicial. Sus hijos, por ejemplo, no tienen redes sociales, para evitarles el disgusto de ver a su padre señalado.
Mora sabe lo fácil que es una simple búsqueda de su nombre en internet para que aparezca la página Los Canallas, creada por Juan Diego Castro, sobre empresarios de medios de comunicación y periodistas. Según la presentación, “en las páginas de este libro vivo, usted podrá informarse y conocer las canalladas a las que fui sometido por esta caterva de comunicadores de la mala fe y las mentiras”.
El periodista cree que es necesaria su “lucha” en este proceso judicial, porque “si yo me cruzo de manos o negocio, y me retiro del juicio, y todo queda ahí, creo que va haber espacio para que los periodistas estén intimidados y es peligroso”, dice, y añade: “No podemos permitir eso. Al menos yo no: creo que es un compromiso por mis colegas, y tengo que darles la cara a mis hijos”.
El día que le embargaron los bienes, Marlon sentía que no podía más, que era insoportable, que esto era algo que ya no podía llevarlo sobre los hombros. Pero su hija, de nueve años de edad entonces, se acercó a decirle, con palabras de niña, algo así como “papá, usted nunca ha dicho una mentira, vaya con dignidad”. Y esto –momento, palabras– es donde encuentra “fuerzas” para continuar en los juicios.