Complices Divergentes
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Juan Diego Barberena

Juan-Diego Barberena
1 de abril 2025

La credibilidad cero de la dictadura Ortega-Murillo


En una de mis tantas noches de insomnio estaba leyendo a Paco Umbral, gran figura de la literatura española durante el siglo veinte, sagaz y polémico políticamente. En un entretenido libro llamado “Los Políticos”, Umbral empieza a reflexionar sobre la credibilidad, precisamente, de los políticos, sobre todo de aquellos funcionarios del régimen franquista que evidentemente no la tenían y debían andar cabildeando para obtener un poco de reconocimiento. Al leer ese pasaje de la obra me fue imposible no tener presente al par de tiranos de Daniel Ortega y Rosario Murillo, sus hijos y sus indecentes funcionarios, sobre todo quienes realizan funciones diplomáticas que rayan en el filibusterismo

Ciertamente la credibilidad es importante para todo en la sociedad. Para el adecuado y eficaz ejercicio profesional, para el mantenimiento de las relaciones personales de amistad, familiares y matrimoniales, para el desarrollo en el mundo académico, etcétera. Ya no digamos para la política, la credibilidad es lo que permite la sostenibilidad de las relaciones político-sociales entre el gobernante y la ciudadanía, presupuesto, entonces, fundamentales de la legitimidad. Un régimen político sin credibilidad no goza de la confianza de la población ni de los actores internacionales, en consecuencia, carece de reconocimiento y de paso de posibilidad de sostenerse con viabilidad en el ejercicio del poder por muchos sofismáticos principios que pretendan esgrimir. 

Exactamente es eso lo que le pasa a la dictadura Ortega-Murillo, no tienen la más mínima credibilidad y voy a usar algunos ejemplos. El orteguismo aspiraba a entrar al BRICS a finales del año pasado, y por mucho viaje, cabildeo y gestión que hizo el canciller Valdrack Jaentschke, fueron vetados por Brasil y su entrada al bloque de economías emergentes, terminó frustrada. ¿Será por qué no les creen? Han pretendido, infructuosamente, cuatro veces consecutivas en el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) que les acepten las ternas que han propuesto para la Secretaría General (SG), y las cuatro veces ha sido rechazada por cuatro países de la región en parte porque los funcionarios propuestos tienen una gran responsabilidad en las violaciones a los derechos humanos del pueblo de Nicaragua desde 2018. ¿Será por qué no les creen su compromiso con la integración? La semana pasada denunciaron el Estatuto de la Corte Centroamericana de Justicia más que por las razones que han argumentado, es porque este órgano no resolvió a favor de la tiranía de Managua una solicitud de opinión consultiva que obligase a los Estados miembros del SICA a aceptar la terna propuesta para la SG ¿Será porqué no les asiste la razón del derecho?

Termino de citar un par de hechos más. Hace un mes la dictadura ha ordenado la salida de Nicaragua del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, tras el informe del Grupo de Expertos que les imputa la comisión de crímenes de lesa humanidad con la participación del Ejército; acto siguiente también se salen de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al quedar evidenciada la violación de varios de los convenios de este organismo. Huyen de todos los espacios multilaterales porque no tienen razón, porque no se pueden defender con sus mentiras… porque no les creen. 

Y el pueblo de Nicaragua tampoco les cree. En las últimas cuatro elecciones, dos nacionales y dos municipales, el abstencionismo ha sido colosal. Más del 80% de la población no fue a votar porque no reconoce las elecciones de la dictadura, porque no reconoce a la familia que usurpa el poder en Nicaragua sostenida por el uso irracional e ilegítimo de la fuerza. Tampoco tienen credibilidad en las bases mismas del disminuido frente sandinista, ni en los empleados públicos honestos, ni en la gente trabajadora que sufre los embates de la regresión en materia de derechos laborales, que no tienen posibilidad de defender colectivamente sus intereses porque han cercenado la libertad sindical. No les creen ni a los Ortega-Murillo ni a sus agentes, y lo saben, por eso los vigilan, por eso los persiguen… porque se sienten solos. 

No hay forma que el pueblo de Nicaragua le crea a una dictadura plutocrática que dice que lucha contra la pobreza cuando 1.6 millones de nicaragüenses padecen hambre en el país, y cuando centenares de miles de compatriotas tienen que irse del país a buscar mejores oportunidades de vida. 

La credibilidad política y social de los Ortega-Murillo en el entorno internacional es cero… y dentro de Nicaragua es menos cero. Y cuando esta se pierde nunca se recupera, hagan lo que hagan o digan lo que quieran decir, porque la credibilidad se tiene o no se tiene. Es como un pasaporte moral que permite que te acepten, te escuchen y te den la razón. Por eso la dictadura está derrotada política y moralmente y sólo se sostiene en la fuerza policial y paramilitar y en los arrebatos violentos de la señora de El Carmen, mismos arrebatos que más temprano que tarde los llevarán a la caída, de donde se levantarán únicamente para oír los fallos judiciales y sociales que los condenarán a perpetuidad por tanto daño e infamia.

ESCRIBE

Juan-Diego Barberena

Abogado, Maestrante en Derechos Humanos. Miembro del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco.