Octavio Enriquez

Octavio Enríquez
22 de junio 2024

Rosario Murillo: amor por el poder absoluto

Rosario Murillo

Atornillada al poder durante los últimos 17 años, Rosario María Murillo Zambrana cumple 73 años de edad el sábado 22 de junio de 2024. El camino para estar ahí ha sido largo en su afán de controlar un mundo orwelliano, sembrado de traiciones, ambición, riqueza, crueldad y matizado por detalles extravagantes como su misticismo, la propensión a ponerse decenas de anillos o llenar de flores las tarimas presidenciales hasta convertirlas en verdaderos altares.

Murillo es la mano derecha e izquierda de su marido Daniel Ortega, quien participa cada vez menos en actividades públicas a sus 78 años. El vacío lo llena ella y un hijo de ambos, Laureano, quien destaca entre sus ocho hermanos, porque se desempeña como el enlace de Nicaragua ante Rusia y China. Es muy parecido a su padre físicamente, pero es artista como la madre. Es un tenor, mientras ella es reconocida como poeta desde su juventud.

Hace unos días, un amigo me envió unas fotografías al móvil sobre la reinstalación en algunos puntos de Managua de los árboles metálicos de Murillo —estructuras de 14 metros de alto y ocho de ancho— de colores fucsia, lila y celeste. Son un conocido símbolo de su poder que fueron derribados por los manifestantes hace seis años, cuando salieron a las calles a demandar la renuncia presidencial, lo cual fue respondida a balazos por el Estado. 

El resultado ya se conoce: hubo 355 muertos, 2000 heridos, padres perdieron a sus hijos e hijos también perdieron a sus padres. “Esto de ver a los Chayopalos de nuevo ahí instalados es cómo que no ha pasado nada”, dijo el amigo minutos después de enviarme las fotografías, llamándolos así en referencia al sobrenombre con que se llama a las Rosario en Nicaragua.

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He estado pensando en la omnipresente Murillo no sólo porque considere que es un personaje aterrador de nuestra historia. Se me vino a la cabeza, después de leer las 183 páginas de Dictadoras, un libro de Rosa Montero publicado por editorial Lumen en 2013. El relato cuenta la vida de las mujeres que marcaron la vida de Adolf Hitler, Josef Stalin, Benito Mussolini y Francisco Franco. ¡Nada menos! 

La narración invita a los lectores a adentrarse en esos proyectos megalómanos. “Es como entrar por la puerta de atrás”, dice la autora. Luego se cuenta la relación de los tiranos con sus amantes, esposas, hijas y admiradoras. Casi todas tienen una vida desgraciada. Después de casarse, Eva Braun acompaña a Hitler en el suicidio cuando las tropas enemigas están por vencerlo; la hija del dictador soviético sufre porque “iban desapareciendo sus queridísimos tíos y tías (…) ¿Adonde se habían metido todos? En aquel tiempo pegarse un tiro era bastante frecuente (…) unas a otras se suicidaban numerosas personalidades importantes del partido”. 

Al momento de su crisis respectiva en Italia, la esposa de Mussolini, Rachel Guidi, es la más radical y pide castigar a los “traidores”, refiriéndose incluso a su propio yerno, quien terminó fusilado al año siguiente. Por su carácter duro, su hija Edda llegó a decir que “el verdadero dictador de la familia es mi madre”. 

“Castigar la traición”

Rosario Murillo: amor por el poder absoluto
Foto de archivo de Carlos Herrera | Divergentes.

A pesar de las diferencias de contextos, hay ciertos paralelismos que trazan los seres humanos sin importar la geografía. Castigar severamente la “traición” me hizo recordar la voz alterada de Murillo en 2018, cuando desde los medios oficialistas, ella llamaba a la “paz”, después de insultar a los manifestantes: “Minúsculos, almas pequeñas, tóxicas, llenas de odio”. 

“Las agendas politizadas de unos cuantos, agendas egoístas, no le sirven a Nicaragua”, afirmó furibunda. 41 veces dijo la palabra paz entonces, 15 el término violencia, siete veces invocó a Dios, y tres veces usó la palabra destruir o destrucción. Por eso pienso que el suyo es un mundo orwelliano. Dice exactamente lo contrario de lo que desean. 

En público, por ejemplo, pidieron “paz” y en privado ordenaron la guerra como se confirmó después con el testimonio de Ligia Gómez, del Consejo de Liderazgo Sandinista en el Banco Central, quien sostuvo que Murillo bajó la orden de “vamos con todo”. Eso se tradujo en muerte, cárcel o exilio para los opositores, acusados precisamente de “traidores”. 

En mis 25 años de trayectoria como periodista, muchos analistas políticos se han enfocado en explicar la estrategia de Ortega para convertirse en dictador. Por su poder, a Murillo es frecuente que la comparen con Madame Mao o Elena Ceaușescu en Rumanía.  Sin embargo, vale la pena entender cómo ella logró ascender, dado que constituye un ejemplo de cómo cobra vida la sombra de un dirigente político hasta erigirse en un poder real o incluso superior a su supuesto titiritero.

La sucesión garantizada

Rosario Murillo: amor por el poder absoluto
Rosario Murillo cuando fue juramentada como vicepresidenta de Nicaragua. Foto de archivo de Carlos Herrera | Divergentes.

Para el politólogo Manuel Orozco, Murillo tiene garantizada en este momento la sucesión, aunque ese no sea un tema de discusión en el clan. El de Murillo fue un proceso para lograrlo, luego de su papel en los años ochenta cuando fungió como primera dama. En 2007, asume un rol en la Presidencia —primero como vocera y luego como vicepresidenta—, mientras estructuró los llamados Consejos del Poder Ciudadano (CPC), es decir, los órganos partidarios de control civil que se extienden en los territorios. 

Para lograr los CPC, Murillo tuvo el apoyo de Fidel Moreno, uno de sus operadores más confiables, y usó el clientelismo político, una vieja herramienta de la cultura política de Nicaragua. La suya es sin duda una crónica de amor al poder absoluto. “Su participación política se mantiene poco visible, encubierta, pero va gradualmente montando redes económicas y políticas con diferentes actores del sector empresarial, social y la élite política”, explica Orozco, quien ha dado seguimiento al caso de deterioro institucional de Nicaragua desde el centro de pensamiento Diálogo Interamericano en Washington, D.C.

Murillo resultó clave en desmontar la organización cívica democrática durante 2018. Según el experto, sus presentaciones públicas fueron acompañadas de la coordinación directa con autoridades que resultan importantes políticamente como Francisco López (tesorero del FSLN), Horacio Rocha (un exsubdirector policial, ahora su asesor de seguridad), Gustavo Porras (presidente de la Asamblea) y al general Julio César Avilés (jefe del Ejército). Así se vino blindando.

“Estos se convierten en las piezas ejecutoras del poder político del régimen y gradualmente van respondiendo directamente a ella”, añade el politólogo, pero además sus acciones aumentan su autoridad política, su personalidad de “micromanager” contrasta con la de Ortega, mientras la pareja impone cárcel y de manera paralela reestructuran el Poder Judicial hasta volverlo “dependiente de la vicepresidencia”.

El crecimiento de esta influencia fue paulatino, pero ahora su poder es tal que la dependencia entre ambos es mutua. Muchos se han preguntado últimamente qué pasaría si falta él, pero otras personas me han hecho la observación de que lo grave ocurriría si ella fuera la ausente. Las dos preguntas —pero sobre todo las respuestas— reflejan lo mucho que se necesitan.   

De acuerdo con Ortega, una de las primeras vivencias con Murillo se dio cuando él fue un preso político entre 1967-1974. En una entrevista con la revista Playboy en 1987, él aseguró que leía sus poemas y eso lo motivó a escribirle cartas. Pero este vínculo no solo llegó a ser epistolar ni de amor, como puede creer algún ingenuo. Cada uno por su lado es un adicto del poder y ha hecho de todo para apropiarse del mismo.

Ella estuvo a la sombra cuando hizo falta. Y salió a protegerlo en la crisis más grave que él enfrentó en 1998. En esos días, Murillo se hizo del lado de Ortega, a quien defendió como un hombre de familia, a pesar que lo denunció Zoilamérica por violación. La víctima es hija de la actual vicepresidenta y el caso quedó impune por la influencia del partido de gobierno en el sistema de justicia, el que ahora ambos controlan a plenitud.

Rosario Murillo: amor por el poder absoluto
Fotografía cedida por Presidencia de Nicaragua, que muestra al ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov (d), mientras saluda a la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo.

La Nicaragua de hoy se convirtió en una cárcel para quienes disienten. Es una “escena del crimen”, como expresó en marzo de 2023 el líder de los expertos de la Organización de Naciones Unidas, Jan-Michael Simon, refiriéndose a las violaciones masivas de derechos humanos cometidas desde el Estado contra la ciudadanía, entre las cuales hubo ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias y tortura. 

Si algún día llevan a esta pareja del terror a tribunales independientes, estoy seguro que un fiscal de verdad deberá escuchar los audios de Murillo (a pesar del dolor de estómago que puede producirle), citará las evidencias de los crímenes cometidos y podrá usar en contra de la vicepresidenta incluso las palabras del mismo Ortega, quien la llamó “copresidenta” en varias ocasiones. 

No se trata solo de una simple exaltación. Implica también la corresponsabilidad en la gestión gubernamental de Murillo, lo que puede resultar menos atractivo y placentero para ella. Así son las cosas. El 9 de febrero de 2023, Ortega reveló que su esposa le dio la idea de desterrar a 222 presos políticos a Estados Unidos, uno de los casos de violaciones de derechos humanos más emblemáticos en el mundo. Quería hacerla pasar por magnánima frente a sus fanáticos, pero falló y descubrió de ese modo cómo funciona el poder en familia.

¡Touché! —me dije citando la vieja frase usada en el deporte de esgrima al escucharlo—: “¡La decisión delictiva fue tomada por los DOS!”.


Sociedad Orwelliana. Es una columna que aspira a contar Nicaragua y a veces Centroamérica a los lectores de Divergentes. Esas cosas que a veces son vistas como exageradas, pero que son pura literatura de la realidad en el terruño regional. Me pueden escribir a [email protected] si tienen ideas que sugerirme.

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Octavio Enríquez

Freelance. Periodista nicaragüense en el exilio. Escribo sobre mi país, derechos humanos y corrupción. Me gustan las historias y las investigaciones.