La “revolución” que Rodrigo Chaves atiza ante el sistema democrático de Costa Rica

El presidente costarricense escala en su narrativa contra el marco jurídico al culparlo por la “dictadura perfecta” que, según él, ha regido desde mitad del siglo XX, y que también limita sus planes de convocar a un referendo nacional

El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, llega al Aeropuerto Internacional Marcos A. Gelabert, en Ciudad de Panamá. Foto de archivo de EFE.

San Carlos es un cantón próspero de la zona norte de Costa Rica, de base agrícola y de fuerte conservadurismo, que en 2022 se convirtió en un bastión para el salto de Rodrigo Chaves al poder desde su papel de candidato desafiante de la política tradicional. Aún se aloja entre los sancarleños un alto apoyo al mandatario y él, sabiéndolo, se permite en esa tierra ir un paso más allá en sus discursos de por sí provocadores y ponzoñosos, pero nadie veía venir la frase que pronunció este viernes 14 de junio, cuando aseguró que Costa Rica encarnó una “dictadura perfecta” desde mitad del siglo XX y que con este gobierno vive un despertar.

Por eso el carácter revolucionario que se atribuye Chaves a sí mismo contra el sistema político que ha soportado a una de las democracias más estables del continente. Lo hace ufanándose de su liderazgo de corte populista y de propuestas aderezadas con una narrativa de “soberanía popular”, como la de llamar a un pretendido referendo para modificar las reglas de control que rigen sobre el Poder Ejecutivo.

Su símbolo y el de su movimiento de seguidores es un jaguar como Javier Milei en Argentina tiene a un león, al punto de imitar el sonido del animal en mitad de un discurso y recibir aplausos por ello.

“El país está en una revolución, sancarleños. Es una revolución gloriosa, porque nadie ha soltado un tiro. Nadie va a soltar un tiro. Y al que lo quiera soltar, aquí está mi pecho, vamos a ver si lo dejamos (…) Por 75 años hubo una dictadura perfecta que se montó gente muy inteligente, porque inteligentes son, pero ya nos dimos cuenta los dueños del país que hay que cambiar cosas, aquel cuentico de la democracia y las instituciones”, dijo en un acto oficial para inaugurar un tanque de agua. Su alegato es que el sistema político está diseñado para negar a la población poder real sobre las decisiones del país.

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Su nuevo mensaje es sólo una escala más en el tono de crítica contra casi todo lo que le precede, gobiernos, partidos y élites, poniéndolo como enemigo del pueblo cuya voluntad y sueños él dice representar. Esta vez, sin embargo, tocó las fibras más hondas del marco legal, al asegurar que la Constitución Política (de 1949 y reformas posteriores) fue redactada por gente malintencionada (“vivazos”) para evitar que el pueblo pudiera llevar a referéndum los temas que quisiera, de manera tal que haya asuntos en los que sólo la Asamblea Legislativa pueda aprobar leyes o reformar las reglas existentes.

Eso lo dice porque el llamado a referendo de Chaves planteado por Chaves este mes se limita a aspectos puntuales de contratación administrativa y dejó de lado una serie de proyectos de fondo que sus seguidores esperaban y que él había mencionado como posibles dentro de sus promesas de campaña y de gobierno. Se refiere a leyes contra el crimen que sume a Costa Rica en el peor momento de la historia por la presión de bandas narcotraficantes, pero también a reformas del sistema de pensiones o privatización de un banco estatal de servicios comerciales llamado Banco de Costa Rica (BCR). 

Chaves dice que las leyes actuales y la Constitución impiden que el “pueblo sagrado” ejerza su poder de manera directa votando por esos temas. Esto es cierto, en la Constitución hay blindaje sobre algunos temas que no deben quedar sujetos a olas de entusiasmo popular como el que Chaves dice haber despertado con sus gritos. Las normas del referendo tienen límites y deben sujetarse a la Constitución, un instrumento que en Costa Rica por ahora no puede ser vulnerado por voluntad del gobernante como muestra la historia reciente de Centroamérica.

Roces con la Constitución 

La “revolución” que Rodrigo Chaves atiza ante el sistema democrático de Costa Rica
Foto de archivo de la sede del Parlamento tico. Foto de EFE.

Pero incluso la propuesta formalizada por Chaves enfrenta problemas por roces de constitucionalidad, según diversos abogados, incluido un expresidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) llamado Luis Antonio Sobrado. Advierten que hay jurisprudencia suficiente para tumbar en la Sala Constitucional el intento de Chaves de reformar las potestades de la Contraloría General de la República (CGR), objeto de sus frecuentes críticas. 

Chaves lo sabía, pero en su afán está echar el pulso contra el TSE, contra los magistrados constitucionalistas y contra la Asamblea Legislativa controlada por fuerzas opositoras. Mientras, intenta echar a andar la recolección de más de 180 000 firmas ciudadanas que podrían activar otro mecanismo alternativo hacia ese mismo referendo, aunque el cuestionamiento constitucional seguiría siendo un obstáculo.

Esa presión contra las instituciones ajenas al control del Ejecutivo es parte de la pretendida “revolución” invocada por Chaves, un término que utilizó desde que tomó el poder en mayo de 2022 y que ahora cobra impulso bajo la figura de un jaguar y la propuesta de ir a un referendo donde se mediría el músculo popular del mandatario, respaldado ahora por la mitad de la población, según encuestas recientes.

Es un componente de su usual discurso antiélites y antipolítica, aunque ni siquiera existe un partido político claro que represente al movimiento ‘chavista’ y sus deseos de alcanzar en las elecciones de 2026 una (difícil) mayoría calificada para transformar la Constitución Política que él juró defender. 

La “revolución” que Rodrigo Chaves atiza ante el sistema democrático de Costa Rica
El presidente de Costa Rica Rodrigo Chaves, llegó a la mitad de su mandato en medio de buenos datos económicos y alta popularidad, pero con las cifras de homicidios más altas de la historia del país y enfrentado con los contrapesos del poder. EFE/ Jeffrey Arguedas.

Importa poco que, ante una delegación de Estados Unidos, Chaves haya dicho el 21 de marzo que Costa Rica “ha sido un faro de democracia” o que aún el 2 de mayo en el discurso anual se haya ufanado de la posición ventajosa que aún tiene Costa Rica en el ranking sobre democracia de la revista The Economist (17 en el mundo). Contradicciones aparte, la narrativa de Chaves ahora apunta a considerar las reglas vigentes como antidemocráticas, algo que ni siquiera se había atrevido a achacar a la dictadura de Daniel Ortega cuando se lo preguntaron en una entrevista en marzo.

Chaves deberá dejar el poder formal en 2026, quiera o no. Lo recordó este viernes en San Carlos ante un público de donde alguien saltó para llamar a la reelección consecutiva (prohibida por la Constitución) y provocara la sonrisa del presidente. Sin embargo, nadie duda de que seguirá activo y ya ha expresado la posibilidad de pelear la reelección después. Por si las dudas, la principal diputada oficialista, Pilar Cisneros, ya dijo en una entrevista que es “lógico” poder permitir la reelección inmediata y que Costa Rica lo necesita.

Esto lo aplaude un sector de la población que parece creer en la “revolución” de Chaves, quien acertó en 2022 en aprovechar el resentimiento con la clase política tradicional y ha seguido haciéndolo en su narrativa, al margen de los complejos problemas que sufre el país por la inseguridad, la creciente desigualdad e incluso la corrupción, a pesar de haber sido una de las banderas discursivas del mandatario.

¿Figura ineludible? 

La “revolución” que Rodrigo Chaves atiza ante el sistema democrático de Costa Rica

En las calles la política aparece con alguna frecuencia. Chaves ha logrado posicionar su figura como ineludible en las discusiones políticas mientras los partidos opositores, tradicionales o no, van a la zaga. Critican con fiereza los excesos de Chaves frente a problemas que, señalan, quiere disimular con la estridencia retórica. Sin embargo, no logran aún construir un adversario de peso ante el presidente y las encuestas siguen arrojando bajas cifras de respaldo a esas agrupaciones. 

Por el momento, los diputados tienen en este mes una brasa en la mano con el planteamiento de referéndum “revolucionario”, que requeriría una cifra improbable de 29 votos, pero que seguramente utilizará Chaves para decir a sus miles de seguidores que vean ahí la “dictadura” y pedirles sumarse a la recolección de firmas para llevar su plan hasta donde pueda. Pase lo que pase, ya no será sorpresa escuchar en el altoparlante su voz haciendo como felino y criticando al sistema que resume como “aquel cuentico de que la democracia y las instituciones”.


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